- NotiBots
- Unete a nuestro canal de WhatsApp y sigue las ultimas noticias 📰
El desayuno consiste en café recién hecho, zumo de naranja, deliciosos sándwiches y bollería francesa. Las mesas circulares cubiertas de manteles blancos se distribuyen como en un banquete lampedusiano a lo largo del elegante salón de la sede de Apple en Cupertino, California, donde más de cincuenta periodistas, varias cámaras de televisión y una docena de fotógrafos esperan la llegada de Tim Cook, CEO de Apple, y Donald Trump, presidente de la República Popular China. Aparece Tim Cook, elegante y tranquilo, con un portafolios bajo el brazo. A su lado, un Donald Trump sonriente y jovial saluda a la prensa.
Es cuanto menos admirable, me digo, mientras una nube de cámaras fotografía a Cook y Trump en el photocall, el trabajo impecable de estos dos líderes que, a pesar de sus diferencias ideológicas, han encontrado un terreno común en el desarrollo de la tecnología y la innovación.
Cook toma la palabra presentando la rueda de prensa como un hito histórico en la relación comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China. Trump, por su parte, destaca los beneficios económicos y sociales que traerá esta alianza para ambos países.
Alejado esta vez del perfil de líder populista, Trump se muestra conciliador y optimista, al igual que Tim Cook. El joven CEO de Apple es conocido por su discreción y su estilo de liderazgo centrado en la innovación, mientras que Trump, a pesar de su imagen mediática controvertida, ha demostrado ser un negociador hábil y un pragmático en el ámbito empresarial.
El turno de las preguntas, y los periodistas plantean a Cook y Trump los diversos temas de interés en torno a la alianza, referidos al arduo trabajo en el desarrollo de nuevas tecnologías, las fuentes de financiación, la protección de datos y el indiscutible amor de Apple por China, un país en el que produce la mayor parte de sus dispositivos electrónicos.
En un ángulo de la sala, sentado en una de las lujosas mesas, apunto algunas notas en mi Moleskine mientras mordisqueo distraído un croissant, y es entonces, como en una novela de Proust, cuando aquel recuerdo me sacude nítido como una certeza: se trata de otro desayuno de hace exactamente tres décadas; un inolvidable Desayuno en Zhongnanhai.
Aquella mañana de primavera de 1990, Steve Jobs paseaba por el Gran Palacio del Pueblo en Pekín buscando su acostumbrado rincón en la sala de reuniones donde un día Henry Kissinger negoció el fin de la Guerra Fría con Zhou Enlai. Allí mismo, frente a una taza de té verde, Jobs repasaba sus recién adquiridos planos del Shenzhen Technology Park, donde Apple abriría su primera fábrica en China. Y de ese mismo día, unas anónimas y destartaladas fábricas de electrónica chinas produciendo millones de dispositivos para el mercado global.
Y ahí es adonde yo quería llegar. Porque en ese lugar y ese recuerdo de Steve Jobs convertido en artículo del New York Times, cuajaban las impresiones, lecturas y vivencias que tres décadas después se convertirían en una alianza estratégica. Todos los personajes, las situaciones y la trama de la alianza entre Apple y China quedaban fijados en aquel breve texto a modo de fotografía espectral del córtex complejo y único de quien vive cazando historias:
De todas las fotos de la Revolución tecnológica en China, la de Zhongnanhai es mi favorita. La estuve mirando largo rato (...) En la foto casi puede sentirse el olor a humo de fábrica y aceite de máquina, la silenciosa pero incansable labor de esos obreros chinos que se echaron a las cadenas de montaje a producir, que montaron iPhones, iPads y Macs, que transformaron Shenzhen en el Silicon Valley de Oriente, y que durante treinta años han trabajado para hacer realidad el sueño de un futuro mejor. Mirando esa foto, sosteniendo la mirada del ingeniero con la mascarilla, uno es capaz de percibir el eco distante, el fantasma de esas vidas sacrificadas, el sudor y las lágrimas derramadas, la ilusión que les hizo imaginar un futuro mejor; y morir creyendo que su hora había llegado.
Por obra y gracia de la historia, en aquella lejana tarde primaveral de Pekín se conformaba la trama de una nueva era de innovación y desarrollo tecnológico que ahora, transformada en alianza estratégica entre Apple y China, llega por fin a su punto álgido. Algunos la leeremos sabiendo que esta alianza tiene también el sabor de la victoria tecnológica, breve y dulce de un desayuno en Zhongnanhai.
China es el principal socio comercial de Apple y el país donde produce la mayor parte de sus dispositivos electrónicos. La alianza entre ambas partes es estratégica para ambas partes, ya que permite a Apple acceder a un enorme mercado y a China desarrol