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La lactosa es un azúcar que se encuentra en la leche y los productos lácteos. Algunas personas pueden tolerarla bien, mientras que otras no pueden tomarla sin experimentar síntomas desagradables como hinchazón, gases y diarrea. ¿Por qué ocurre esto? La respuesta se encuentra en nuestra evolución.
La tolerancia a la lactosa es un rasgo que se desarrolló en los seres humanos durante el Neolítico, cuando la domesticación de los animales y el consumo de leche se hicieron comunes. Antes de eso, los humanos no producían la enzima lactasa, que es necesaria para descomponer la lactosa en el intestino delgado. Sin la lactasa, la lactosa no se puede digerir y permanece en el intestino grueso, donde fermenta y causa síntomas desagradables.
A medida que los humanos se volvieron más dependientes de la leche y los productos lácteos como fuentes de alimento, aquellos que podían producir lactasa tenían una ventaja evolutiva. Estos individuos tenían más probabilidades de sobrevivir y reproducirse, transmitiendo su gen de lactasa a sus hijos. Con el tiempo, este gen se volvió más común en las poblaciones humanas que consumían leche.
La tolerancia a la lactosa es un rasgo controlado genéticamente. Hay dos variaciones principales del gen de la lactasa: el alelo L, que produce lactasa, y el alelo l, que no produce lactasa. Las personas que tienen dos copias del alelo L (LL) suelen ser tolerantes a la lactosa. Las personas que tienen una copia del alelo L y una copia del alelo l (Ll) pueden experimentar intolerancia leve a la lactosa. Las personas que tienen dos copias del alelo l (ll) suelen ser intolerantes a la lactosa.
La tolerancia a la lactosa varía significativamente según las diferentes regiones geográficas. Las poblaciones que han consumido tradicionalmente leche y productos lácteos, como las de Europa y América del Norte, tienen tasas más altas de tolerancia a la lactosa. Las poblaciones que no han consumido tradicionalmente leche, como las de Asia y África, tienen tasas más bajas de tolerancia a la lactosa.
La intolerancia a la lactosa puede tener implicaciones para la salud. Las personas que son intolerantes a la lactosa pueden experimentar malestar estomacal, hinchazón, gases y diarrea cuando consumen leche o productos lácteos. También pueden correr un mayor riesgo de deficiencias de calcio y vitamina D, ya que estos nutrientes se encuentran en la leche.
Si cree que puede ser intolerante a la lactosa, hable con su médico. Pueden realizar una prueba de aliento con lactosa para confirmar el diagnóstico. También pueden ayudarlo a desarrollar una dieta que sea baja en lactosa.
La tolerancia a la lactosa es un rasgo evolucionado que ha ayudado a los seres humanos a aprovechar los beneficios nutricionales de la leche y los productos lácteos. Sin embargo, la tolerancia a la lactosa no es universal y varía según las diferentes regiones geográficas. Las personas que son intolerantes a la lactosa pueden experimentar síntomas desagradables cuando consumen productos lácteos. Si cree que puede ser intolerante a la lactosa, hable con su médico.