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La mañana del 11 de diciembre de 2024 se tiñó de tragedia en el Centro Comercial Gran Estación, en Bogotá. Lo que debió ser un día más de compras y actividades cotidianas, terminó en una escena devastadora que nadie pudo prever. Una pequeña de cinco años perdió la vida cuando un ventanal de gran tamaño, ubicado en el segundo piso del establecimiento, se desprendió y cayó directamente sobre ella.
Según el relato de varios testigos, la niña se encontraba en el segundo piso del centro comercial mientras su padre realizaba una transacción en una casa de cambio y su madre buscaba un artículo en una tienda cercana. En ese instante, la pequeña siguió a su madre, pero ninguno de los dos progenitores tenía contacto visual con ella en ese momento crucial. La falta de supervisión directa, aunque breve, fue suficiente para que el desastre ocurriera.
Cuando el ventanal se desprendió, el caos se apoderó del lugar. Personas cercanas intentaron desesperadamente liberar a la niña atrapada bajo el pesado vidrio, pero sus esfuerzos fueron en vano. Las heridas que sufrió la pequeña resultaron ser fatales.
La madre, al escuchar los gritos y notar la conmoción, llegó corriendo al lugar solo para encontrarse con la angustiante escena. Momentos después, el padre también se acercó tras escuchar los pedidos de auxilio. La impotencia y el dolor que ambos experimentaron fueron palpables, convirtiendo la situación en una pesadilla para ellos y para quienes fueron testigos.
Personal del centro comercial trasladó a la niña a la enfermería con la esperanza de salvarla, pero ya era demasiado tarde. La llegada de las autoridades, incluyendo la Policía y el CTI, fue inmediata para iniciar las investigaciones y esclarecer los hechos.
En medio de la conmoción, un joven que presenció el incidente compartió su versión en la red social X (anteriormente conocida como Twitter). Según su testimonio, la niña no estaba jugando con el vidrio ni interactuando con él de ninguna manera. “Ella iba pasando detrás de la mamá; la mamá pasó primero y luego iba pasando la niña. Fue en ese momento cuando el vidrio le cayó encima”, afirmó. Este detalle resulta crucial para descartar especulaciones y centrarse en las causas reales del desprendimiento.
Este incidente abre un debate sobre la seguridad estructural de los espacios públicos y la responsabilidad compartida entre administradores y usuarios. ¿Podría haberse evitado esta tragedia? Aunque es fácil buscar culpables en momentos así, lo más importante es entender qué falló para evitar que algo similar ocurra en el futuro. La pérdida de una vida tan joven nos recuerda la fragilidad de la existencia y la importancia de tomar todas las precauciones posibles, tanto en el diseño de infraestructuras como en la supervisión de los más pequeños.
Este es un llamado a reflexionar y actuar, no solo desde la indignación, sino también desde el compromiso de construir entornos más seguros para todos.