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¿Alguna vez te has preguntado por qué la comida sabe mejor después de un entrenamiento intenso? La ciencia tiene la respuesta.
Cuando hacemos ejercicio, nuestro cuerpo libera endorfinas, que tienen un efecto analgésico y euforizante. Estas endorfinas también estimulan la producción de saliva, lo que ayuda a limpiar las papilas gustativas y mejorar nuestra percepción del sabor.
El ejercicio también aumenta el flujo sanguíneo a los músculos y al cerebro. Esto puede mejorar el suministro de nutrientes y oxígeno a las papilas gustativas, lo que también contribuye a una mejor percepción del sabor.
El ejercicio puede ayudar a reducir el estrés, que es conocido por suprimir el apetito y alterar la percepción del sabor. Al reducir el estrés, el ejercicio puede crear un entorno más favorable para disfrutar de la comida.
Varios estudios científicos han demostrado el efecto del ejercicio sobre el sabor de la comida. Un estudio publicado en el Journal of Applied Physiology encontró que los participantes que pedalearon en bicicleta durante 30 minutos experimentaron una mayor intensidad del sabor en comparación con los que no hicieron ejercicio.
Otro estudio, publicado en Physiology & Behavior, mostró que el ejercicio aeróbico mejoró la percepción del sabor tanto de alimentos dulces como salados.
Si deseas mejorar el sabor de tu comida, considera incorporar algo de ejercicio a tu rutina antes de comer. Una sesión de pedaleo en bicicleta estática de 30 minutos puede ser suficiente para notar una diferencia.
También puedes probar formas alternativas de ejercicio, como correr, nadar o levantar pesas. La clave es aumentar tu ritmo cardíaco y mejorar el flujo sanguíneo.
Ahora ya sabes que el ejercicio puede mejorar el sabor de tu comida. La próxima vez que tengas antojo de algo delicioso, considera pedalear en bicicleta estática o hacer otra actividad física antes de sentarte a comer. ¡Tu paladar te lo agradecerá!