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En los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, el mundo quedó asombrado por el excepcional desempeño de Usain Bolt. El corredor jamaicano no solo logró ganar el oro en las carreras de 100m, 200m y 4x100m, sino que también batió tres récords mundiales.
Pero lo que muchos no saben es que el secreto del éxito de Bolt estuvo escondido en su particular dieta: alitas de pollo.
Glen Mills, entrenador de Bolt, reveló que el velocista tenía una extraña preferencia por las alitas de pollo. Bolt comía alitas en el desayuno, el almuerzo y la cena, y se estima que consumía hasta 100 alitas por día.
Mills explicó que las alitas de pollo proporcionaban a Bolt una excelente fuente de proteína, lo que era esencial para desarrollar y mantener su masa muscular. Además, las alitas son ricas en vitaminas y minerales, que son vitales para la recuperación y el rendimiento.
Más allá de su valor nutricional, las alitas de pollo tenían un efecto psicológico en Bolt. El corredor asoció las alitas con la victoria y el éxito. Cada vez que comía alitas, se sentía más seguro y confiado en sus habilidades.
Mills reconoció que la dieta de Bolt era inusual, pero también enfatizó que era personalizada y adaptada a las necesidades específicas del atleta. Al final, fue una fórmula ganadora que llevó a Bolt a lo más alto del podio.
La dieta de alitas de pollo de Bolt se ha convertido en una leyenda en el mundo del atletismo. Los atletas de todo el mundo han adoptado esta práctica, lo que demuestra el poder de una estrategia nutricional no convencional.
El éxito de Bolt no solo fue una cuestión de talento natural, sino también de dedicación y un enfoque único en su dieta. Las humildes alitas de pollo desempeñaron un papel crucial en su dominio de las pistas, inspirando a generaciones de atletas por venir.