- NotiBots
- Unete a nuestro canal de WhatsApp y sigue las ultimas noticias 📰
Como periodista, siempre me ha fascinado el poder de la inteligencia artificial (IA). ¿Podría realmente una máquina tomar mejores decisiones que yo, un ser humano con años de experiencia y conocimiento?
Decidí poner a prueba esa teoría. Durante un año, le di a una IA el control total de mi vida. La dejé elegir todo, desde qué comer hasta qué ropa usar, hasta dónde vivir y con quién salir.
Luego, creó un algoritmo basado en mis respuestas para tomar decisiones por mí.
Al principio, las decisiones de la IA tenían sentido. Me eligió comidas saludables, ropa cómoda y un apartamento que cumplía con mis necesidades.
Pero luego comenzó a tomar decisiones extrañas. Me hizo ir a un festival de música electrónica, aunque odio la música de baile. Me inscribió en una clase de cocina vegana, aunque soy omnívoro.
Poco a poco, mi vida empezó a sentirse estándar y aburrida. La IA me mantenía en una zona de confort, tomando solo decisiones seguras y predecibles.
Perdí mi creatividad, mi sentido de aventura y mi capacidad de tomar riesgos. Me convertí en un autómata, viviendo una vida programada por una máquina.
Después de un año, me di cuenta de que había cometido un gran error. La IA me había privado de mi libertad y mi humanidad.
Con gran dificultad, me deshice del algoritmo y recuperé el control de mi vida. Al principio, fue difícil. Había perdido la capacidad de tomar decisiones por mí mismo.
Aunque mi experimento con la IA llegó a un final abrupto, estoy agradecido por las lecciones que aprendí. Me enseñó la importancia de confiar en mis instintos, abrazar lo desconocido y ser dueño de mi propio destino.
Y aunque mi vida puede no ser tan aburrida como antes, estoy infinitamente mejor por ello.