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El exitoso musical de Broadway Wicked, que narra la historia de la Bruja Mala del Oeste y Glinda la Bruja Buena, ha cautivado al público durante más de dos décadas. Pero antes de convertirse en el espectáculo favorito que conocemos hoy, Wicked estuvo a punto de tomar un camino muy diferente.
Cuando Stephen Schwartz y Winnie Holzman comenzaron a trabajar en Wicked en la década de 1990, tenían una visión muy diferente en mente. El musical iba a ser un vibrante y dinámico espectáculo de hip-hop, con letras atrevidas y ritmos contagiosos. El personaje principal, Glinda, iba a ser una estrella del pop feroz y decidida, inspirada en el ascenso de artistas como Lauryn Hill y Missy Elliott.
Para el papel de Glinda, Schwartz y Holzman habían elegido a Ariana Grande, entonces una joven y prometedora estrella de Nickelodeon. Grande tenía las credenciales perfectas: una voz poderosa, una presencia carismática y un gran número de seguidores entre el público más joven.
Sin embargo, no todo el mundo estaba convencido de que Grande fuera la elección correcta para Glinda. La actriz y cantante Kristin Chenoweth, que había sido elegida para interpretar a Elphaba, la Bruja Mala del Oeste, tenía dudas sobre el enfoque hip-hop del espectáculo.
Chenoweth creía que el musical perdería su corazón y su alma si se alejaba demasiado del amado libro de Gregory Maguire, en el que se basa. Argumentó que Glinda debería ser una figura compleja y entrañable, no simplemente una estrella del pop superficial.
A medida que avanzaban los ensayos, Chenoweth se hizo cada vez más franca sobre sus objeciones. Comenzó a enfrentarse a Schwartz y Holzman, insistiendo en que revisaran la dirección del espectáculo.
La postura firme de Chenoweth tuvo un profundo impacto en la producción. Schwartz y Holzman finalmente se dieron cuenta de que tenía razón. El musical necesitaba volver a sus raíces y centrarse en los personajes y la historia, no en un truco de marketing.
Con el apoyo del resto del elenco y el equipo, Chenoweth convenció a Schwartz y Holzman para que abandonaran el enfoque hip-hop. En su lugar, el espectáculo se transformó en el conmovedor y edificante musical que conocemos hoy.
Con Chenoweth como Glinda, Wicked se estrenó en Broadway en 2003 con gran éxito. La interpretación de Chenoweth del personaje fue un triunfo, ganando elogios de la crítica y el público por igual.
La decisión de Chenoweth de plantar cara y defender su visión dio forma al destino de Wicked. Gracias a su valentía, el musical se convirtió en una obra maestra perdurable que ha inspirado a millones de personas en todo el mundo.
Wicked sigue siendo uno de los musicales más populares y queridos de todos los tiempos. Ha ganado innumerables premios, incluida la friolera de 11 premios Tony, y ha sido visto por más de 60 millones de personas en todo el mundo.
El éxito de Wicked demuestra el poder de la autenticidad y la fuerza de la convicción. Es un testimonio de lo que puede suceder cuando los artistas se niegan a comprometer su visión y luchan por lo que creen.